Por fin iba a dejar de extrañarte, pero hubo cambio de planes en el último momento.

Te iba a ver, por fin. En cuanto lo supe mi corazón se aceleró, se aceleró de forma tan increíble que me impedía incluso hablar, incluso respirar con normalidad. Oí tu voz, y sonreí a la vez que una lágrima disparada, saltaba de mi rostro para caer, era como un suicidio. Me dio un vuelco al corazón, fue como un dolor placentero, aún más cuando te veía llegar. Tenía ganas de correr a tus brazos, pero sabía que ya no me pertenecías e impaciente esperé a que llegases hasta mí. Tu paso era lento, tan lento que antes de tenerte en frente de mí, me desperté. Ni en mis sueños puedo decirte que te extraño.