He de reconocer que sí que te miento.

Y es que esos días en los que no puedo ser más borde, que de repente siento que no puedo más, que hay algo que falla, que nuestra conversación cambia por uno, dos, tres, incluso cuatro días, sin poner una pequeña risa al alcance de mi mano; está claro que algo no va bien, aunque muchas veces te asegure que sí, aunque me lo asegures tú, pero no tiene porque ser entre nosotros, no tiene porque ser tu culpa, puede que sea la mía, pero está claro que no podemos continuar con tanta tontería en esos momentos. Todo se arregló, no podía ser mejor la historia, durante esos cuatro días, perfectos, y más perfectos a tu lado, no podía tenerte ni dos segundos lejos de mi, me dabas un beso mientras mantenías cogida mi mano, que era lo último que nos unía segundos antes de salir por aquella puerta. Pero solo fueron cuatro días, inmejorables, inolvidables, inconfesables... porque nos sobraban motivos para amarnos y nos faltaban motivos para alejarnos el uno del otro. ¿Cómo puedo demostrarte esta vez que quiero que todo vuelva a ser como esos cuatro días? eso que un día te demostré, eso que no puedo volver a demostrar a nadie nunca más, tampoco quiero. Solo quiero que me cojas de la mano, y que entre besos y caricias me digas que me amas, que el destino tiene nuestros nombres grabados, con un corazón imaginario que nos rodea a los dos, en el que no cabe nadie más.