Y si algo te impide avanzar, quítalo del medio.

Es cierto que esto no fue cosa de una noche, ni siquiera de una semana. Fue a largo plazo, unos meses, o unos años quizá. Enemiga del espejo, y por desgracia, la báscula cada vez estaba más cerca de hacerse imprescindible. "Puedo controlarlo, cuando acabe volveré a ser como siempre". Típico pensamiento, crees que el poder está en controlar unos simples kilos. Vas bajando, poco a poco, pero con el tiempo dejas de notarlo. Cada vez metas más bajas. Te das cuenta de que algo no va bien, de que se está convirtiendo en obsesión aquello que comenzó como juego; gracias a Dios, te das cuenta. Buscas apoyo, alguien que apoye tu situación aunque sea por asomo. Ahí está. ¿Lo primero? Armarse de valor. Hecho. Pero esa persona no está de acuerdo contigo, no te da la razón, te sientes vigilada, incluso puedes notar que esa persona no te entiende. Y es cierto, no te entiende, pero sabes que lo intenta. Para ambas está siendo difícil, no le importa, sigue ahí. "Me vigila, no me cree. Justo lo que quería evitar". Otro típico pensamiento cuando estás en esta situación. Pero esa persona está ahí, y aunque no lo creas, te está ayudando más de lo que puedas creer jamás. Subes de peso, sientes que estas haciendo feliz a esa persona que está a tu lado, y eso con el tiempo, te das cuenta que es mucho más importante. Esa persona que te ayuda a levantarte en cada recaída y te ayuda a seguir adelante. ¿Y ahora? Aquí estás, demostrando al mundo que puedes ser más fuerte que cualquier espejismo.