No me sueltes nunca.

¿Sabes ese tipo de cosas que por pequeñas que sean, son increíbles con esa persona? Por ejemplo, un abrazo. Tal vez hayas abrazado a unas cuantas personas al cabo del día, pero su aroma, ¿qué? ¿No lo hace diferente? Su forma de protegerte entre sus brazos, de decir "es mía, sí, por un momento lo es" y él, tuyo. Y cuando sin darse cuenta cierra los ojos... ¿qué me dices? Sí, seguramente no te hayas dado cuenta, porque tú también los tienes cerrados, pero con los ojos cerrados, se ve más de lo que parece; mejor dicho, se siente. Pero, hay algo mejor que los abrazos, al menos, para mí. Y no hablo de los besos, que podría decir mucho de ellos, tantas y tantas cosas... los besos son una muestra de afecto que... también es con los ojos cerrados. Pero yo no hablo de eso, sino de tomarse de la mano. Sí, parece una tontería, pero es más que el simple hecho de estar agarrados, porque, aunque parezca mentira, al sentir que nuestras manos se enlazan, por un segundo, cierro los ojos. Y entonces, todas las fuerzas que me hayan faltado segundo atrás, todas las sonrisas que no haya podido mostrar... aparecen, y con más fuerza que nunca.