El hasta mañana más largo.

Estar contigo y no poder despedirme de ti al final del día. Y tú tampoco quieres hacerlo. Nos tenemos que ir, sí, lo sabemos, pero de pensar lo que queda para volver a vernos nos agarramos fuerte. Sabemos que en unos minutos pensaremos, "Joder, si hace nada la estaba abrazando". Pero no hay mejor sensación que la de llegar a casa tarde y decir, "Perdón, nos estábamos despidiendo". No podíamos despedirnos. A veces, cuando te beso, pienso "Esta noche me acordaré de este momento, de esta sensación". Y cada vez duran más nuestras despedidas y nos mantenemos unidos hasta el último segundo; te dejo de abrazar, te agarro de la mano, te doy un beso, te sigo agarrando de la mano mientras cada uno caminamos para el lado opuesto, deslizando nuestras manos mientras nos separamos, hasta que las yemas de nuestros dedos se separan. Lo mejor son esas veces que, cuando piensas que habrá que esperar para volver a vernos, yo me he dado la vuelta y he corrido hasta ti para darte un último beso. Hasta que un día sean eternas, no tengamos que despedirnos nunca y caminemos juntos rumbo a nuestra casa.